German ARCE ROSS. Paris, 10 de octubre de 2014.

Referencia bibliográfica (toda reproducción parcial, ou citación, debe estar acompañada de la mención siguiente) : ARCE ROSS, German, «Transmisión Extralúcida, Transferencia Compartida y Sueños Gemelares», Nouvelle psychopathologie et psychanalyse. PsychanalyseVideoBlog.com, Paris, 2014.

UnknownDurante más de veinte años, he tenido la costumbre de coleccionar varios tipos de sueños lúcidos de los pacientes que recibo en mi consultorio. También los hay de amigos, de miembros de la familia e incluso personales. Estos fenómenos no parecen ser en sí mismos patológicos, pero sólo pueden ocurrir en situaciones especiales y bajo condiciones excepcionales o extraordinarias que, por ello, se alejan un poco de la vida normal y corriente. Una parte de estas construcciones oníricas se presenta, lo que aparentemente es más difícil de explicar, bajo la forma de sueños gemelares que también pueden ser llamados sueños extralúcidos, sueños comunes o sueños compartidos.

En este trabajo vamos a analizar la presencia compartida de la conciencia extralúcida en los sueños gemelares, siguiendo el relato de un caso de sueños simultáneos vivenciado por una pareja que se encontraba de viaje[1]. Lo interesante de esta historia es que los sueños simultáneos están acompañados por dos otros fenómenos: el desdoblamiento de sí mismo y lo que yo llamo conciencia extralúcida. La concomitancia de estos tres fenómenos, es decir los sueños gemelares, el desdoblamiento de la conciencia y la vigilancia extralúcida, fue realizada gracias a la transferencia compartida de una ansiedad particular existente en esta pareja durante el evento-raíz de los sueños.

Vamos entonces a tentar explicar este fenómeno extraordinario de la vida normal, tomando los siguientes puntos presentes en el relato: la tensión temporal, la simultaneidad y la extralucidez. Este ejercicio talvez nos permitirá también demostrar que este tipo de fenómeno no tiene nada que ver ni con lo paranormal, o con lo esotérico, ni con lo patológico, sino con condiciones excepcionales de la vida normal.

 

Tensión temporal, obnubilación extralúcida y transferencia compartida

El Relato de los Sueños Gemelares.

Según el testimonio de Alberto Arce Casas, el suceso ocurrió en el verano de 1979 en Paraná (Brasil), cerca de Foz do Iguaçu, cuando había iniciado con su primera esposa, Florence Ross, un viaje por carretera de regreso hacia São Paulo. Calcularon que se necesitaban casi unas 14 horas para ir de São Paulo a Foz do Iguaçu y otro tanto para el regreso y decidieron hacer ese viaje en sólo tres días. Al momento del regreso, se levantaron a las tres de la mañana para emprender el retorno a São Paulo pero, como Alberto estaba muy cansado por el trajín de los últimos días, tuvieron que parar aún durante la noche en el medio de los campos de cultivo para descansar un poco.

Alberto cuenta que « a ambos lados de la carretera había planicies muy anchas que continuaban a lo largo de kilómetros y poco apartadas abundaban plantaciones, de manera que entrando ligeramente en la planicie de la derecha estacioné el vehículo en un punto intermedio, no fuese a salir alguien desde los plantíos y nos pillase dormidos. Para más comodidad Florence pasó al asiento trasero y por mi parte aseguré todas las puertas, dejé las llaves del motor en el contacto, levanté los cristales dejando una pequeña abertura en la parte superior, bajé el respaldo del asiento y recliné la cabeza, cerré los ojos y sentí la pesadez del cuerpo. 

« Mi intención no era dormir sino más bien relajarme y descansar, pero apenas cerré los ojos con suma rapidez empecé a sumergirme en una sensación muy extraña y aún continuando con mis reflexiones pude percibir que había dejado de tener conexión con los sentidos de mi cuerpo y en cambio me volvía sumamente liviano, sin peso alguno, a tal extremo que percibía que me apartaba y que me alejaba de mi cuerpo de forma involuntaria a la vez que en forma progresiva aumentaba mi relajamiento mientras mis reflexiones continuaban.

zpw9mgm3-1368671477« El silencio se hizo absoluto y a partir de ese momento todo fue un continuo elevarme de mi asiento que hasta me hizo temer que pronto me estrellaría contra el techo de la carrocería y que no lo podría ultrapasar. ¿Me puedo detener si lo que ocurre no es por mi voluntad? Continuaba en esta reflexión tratando de encontrar la respuesta mientras percibía con claridad que seguía subiendo en forma constante y que hasta debía haber superado con creces la altura de la carrocería apartándome cada vez más de mi cuerpo que estaba reposando inmóvil en el asiento del conductor. Sentí miedo de ese elevamiento involuntario hasta que poco después me di cuenta de que ya había cesado, que todo estaba en calma y entonces pude percibir la agradable tranquilidad, el silencio, la calma, una felicidad total. Reflexioné que había evitado seguir subiendo apartándome de mi cuerpo, pero ¿dónde estoy ahora, hasta dónde he subido?

« Para mi sorpresa y como una respuesta, en ese mismo instante recobré la visión y comprobaba que estaba en el mismo paraje donde nos habíamos detenido para dormir y vi que mi cuerpo estaba adormecido, ahí abajo desde donde me había elevado en sentido vertical unos diecisiete o veinte metros. […] Veía con claridad nuestro vehículo y a través de él, como si fuera transparente, también veía mi cuerpo sentado con los brazos relajados y la cabeza apoyada al respaldo del asiento. Al mirar hacia atrás vi el cuerpo de Florence tumbado de lado en el asiento posterior, con las rodillas flexionadas y la mano derecha sosteniendo la cabeza, comprobando que estaba dormida. […]

« Entendí que por mi propia voluntad podía ver el exterior o el interior del vehículo, sin importar la solidez de lo que quería evitar porque de inmediato se volvería transparente. Desde ese extraño yo inmaterial que estaba suspendido en el aire la visión a través de su excelente zoom era tan perfecta que podía funcionar con gran facilidad y no desde los ojos cerrados de mi cuerpo dormido. Giré mi vista a la distancia, primero hacia el cielo y luego hacia los lados divisando el extenso paisaje, después hacia adelante y por último hacia atrás, por donde habíamos venido y ahí a lo lejos distinguí unas sombras, bultos o figuras que se movían aproximándose a nuestra posición. Muy poco después las figuras se aclararon y distinguí que era un grupo de personas que venían por la misma planicie donde estábamos estacionados, caminando con paso tranquilo y conversando entre ellos. Cuando se acercaron más comprobé que eran cinco y todos varones, jóvenes con apariencia entre 22 y 25 años, con ropa y aspecto de pobladores del lugar con vestimentas, gestos y actitudes de trabajadores del campo. Pensé que pronto llegarían hasta nuestro coche y les llamaría la atención o les atraería nuestra laxitud, dos personas dormidas éramos presa fácil para cualquier atraco o extraña y peligrosa tentación. »

Alberto hace entonces esfuerzos para, según él, « reintegrarse a su cuerpo » y percibe que a los caminantes les llama la atención ver el auto detenido, escucha sus voces y vé que se acercan y que se asoman a las ventanillas del auto. Pero, cuando siente que ha terminado de regresar a su cuerpo, se da cuenta al mismo tiempo que los caminantes han desaparecido. En eso, Florence se despierta también sobresaltada y preguntando por los caminantes. Dejando Alberto atónito, ella le cuenta, sin que él le haya dicho nada aún, haber tenido un sueño que, en la secuencia, en el contenido y en los detalles, es prácticamente exacto al de él. Por un corto momento, los dos se deciden a hacer una búsqueda de los jóvenes caminantes, pero se rinden frente a la evidencia de que se encuentran en medio de una gran planicie donde no hay estrictamente nadie.

 

La Tensión Temporal.

El relato de Alberto Arce Casas nos aporta varias pautas para poder identificar lo que permite que el fenómeno de los sueños gemelares pueda existir. El primer elemento, que es también la base del relato, es la gran tensión temporal que acompaña todo el percurso, desde la decisión del viaje hasta el ritmo del relato. Eso nos puede ayudar a comenzar a explicar el caso y además a averiguar cuál debe ser el estado anímico de las personas que tienen esos sueños gemelares.

¿Cómo es posible que alguien pueda decidir hacer un viaje de esa magnitud en tan poco tiempo? ¿Cómo es posible que alguien decida manejar un viernes durante más de 12 horas de São Paulo a Foz do Iguaçu, pasar todo el sábado visitando las cataratas y los pueblos de Puerto Iguazú en Argentina y de Puerto Stroessner (hoy Ciudad del Este) en Paraguay, y regresar de Foz do Iguaçu a São Paulo el domingo? ¿Cuáles son las consecuencias psicológicas de todo esto?

El cansancio físico y mental debe haber sido impresionante, porque Alberto había trabajado, de lunes a jueves, antes de partir, y luego sabía que iba a volver a trabajar de lunes a viernes después del viaje. O sea que al cansancio físico y mental del viaje en sí, también se agregó una tensión temporal que se impuso como una extrema obligación de resultados. Y, claro está, Florence acompañaba a Alberto, por complicidad o por solidaridad, en este estado de cansancio y de tensión exageradas. Además, aparte de la tensión generada por estas razones, había una otra tensión psíquica muy importante y obligatoriamente generada en esta situación. Es la gran tensión que proviene de la necesidad de evitar un accidente. Y esta tensión era tanto la de Alberto como la de Florence.

Sabemos que hay estudios sobre los estados psicológicos que pueden favorecer un accidente. Pero, que yo sepa, no hay estudios sobre los estados psicológicos que tienen que ver con las prevención de accidentes o que existen para premunirse de un peligro inminente. Y ésto es justamente lo que me parece que ocurrió en este evento. De hecho, para que la iniciativa del viaje no se convierta en una total imprudencia y para que no termine en accidente, Alberto y Florence estaban obligados a sobreponerse psíquicamente a la situación. Así, las condiciones extremas del viaje hacían que éste adquiriese inevitablemente el valor de un peligro inminente. Eso significa que la pareja, y aún más el conductor, tenía que generar una vigilancia muy intensa, prolongada y sostenida.

La extrema vigilancia, o hiperlucidez consciente, implica una focalización estrecha del campo de atención (todo lo relacionado con el acto de manejar y con las condiciones de la autopista que pueden variar en cualquier momento), una sobrecarga sostenida del estado de vigilia (o sea una lucha constante contra la somnolencia), una tensión temporal (puesto que este estado debía durar al menos 12 horas y, aún más, de manera sostenida, o sea casi sin espacios libres), una alteración transitoria de la intensidad de la conciencia y una censura de lo pulsional bajo la obligación moral de resultados.

 

La Obnubilación extralúcida.

Las características de una extrema vigilancia consciente, prolongada y sostenida, componen lo que yo llamo la obnubilación extralúcida, estado que tiene más bien lugar en lo preconsciente. Es decir que la voluntad del sujeto para mantener en la conciencia un estado prolongado de extrema vigilancia producirá su equivalente en el preconsciente, a través de la censura de lo pulsional. La censura de lo pulsional, que divide la conciencia en lo percibido y en lo vivenciado se encuentra ya, de manera muy pertinente, en el primer párrafo del relato. Esta diferencia entre lo pulsional percibido y lo pulsional vivenciado, que es más que entre percibido y vivido, se presenta bajo la forma de un « evento especial », o sea de « estar al mismo tiempo tanto en la platea como en el escenario ». Aclaremos aquí que lo vivenciado tiene que ver con lo que queda perenne en la memoria de todo lo vivido. Lo vivenciado es lo que no se borra y que puede ser nuevamente vivido como un « evento especial » sorprendente, extraño, misterioso. Paradójicamente, esos eventos especiales parecen extraños pero los sentimos en el fondo como familiares.

La obnubilación extralúcida es un grado más intensa y más radical que la simple conciencia extralúcida. La obnubilación extralúcida se da como alteración suplementaria de la extralucidez preconsciente. Esta última se puede situar en el relato de Alberto Arce Casas a partir de las siguientes descripciones. Por un lado, se trata de una percepción fuera del cuerpo y, por otro lado, se trata también de percepciones sensitivas muy intensas, sin nuances ni autocrítica: « con suma rapidez empecé a sumergirme en una sensación muy extraña »; « pude percibir que había dejado de tener conexión con los sentidos de mi cuerpo »; « percibía que me apartaba y que me alejaba de mi cuerpo »; « percibía con claridad que seguía subiendo en forma constante ».

La extralucidez se verifica también en el estado anímico flotante que la anima y la separa de la verdadera lucidez de la vida diurna pensante: « pude percibir la agradable tranquilidad, el silencio, la calma, una felicidad total ». Es un estado mental donde la contrariedad, la crítica, la duda, la oposición, la lógica, la dialéctica o el juicio… no existen. Esta lucidez no sirve para hacer teorías, ni para pasar a ninguna práctica, sino solamente para poder percibir aspectos que no son fácilmente perceptibles en los estados de vigilia normal. En ese sentido, la extralucidez se asemeja a los estados mentales aportados por las drogas alucinógenas o a los estados de hiperconciencia de las experiencias chamánicas. Es una mezcla de sensación flotante y de alta percepción automática, extremadamente amplificada pero que existe nada más y nada menos que como contemplación pasiva: « en ese mismo instante recobré la visión »; « tenía una percepción total muy amplia, para cualquier ángulo que quisiese ver tanto para arriba como para abajo o para todos los lados, para cualquier ángulo sin el menor esfuerzo, hasta los más alejados o los más ocultos y era como si tuviese el más perfecto zoom para acercar o alejar la visión ».

El estado tan particular de la extralucidez está también acompañado de alucinaciones autoscópicas, donde el sujeto se vé a sí mismo como si fuera una simple imagen reflejada en un espejo, y de alucinaciones heautoscópicas, donde el sujeto vé su propio cuerpo desde el exterior y en general desde arriba. Este fenómeno heautoscópico tiene que ver con un desdoblamiento de la conciencia: « el silencio se hizo absoluto y a partir de ese momento todo fue un continuo elevarme de mi asiento »; « veía con perfección todo lo material hasta mi propio cuerpo físico y en cambio no percibía nada de mi yo inmaterial que había levitado »; « estaba dividido en dos: en el ser material de mi cuerpo en esos momentos inconsciente y en el ser espiritual consciente ». Luego, la experiencia onírica de Alberto pasa a ser más tradicional o corriente en el sentido en que, como en todo sueño, aparecen alucinaciones hipnogógicas. Pero, eso sí, manteniendo las tres características principales de la conciencia extralúcida, que son: el desdoblamiento de la conciencia, la hipervigilancia contemplativa y la alucinación heautoscópica.

 

La Transferencia Compartida.

Las ilusiones hipnogógicas vehiculan precisamente la problemática esencial de la transferencia compartida, es decir la ansiedad presente en esta pareja en torno de un peligro inminente. Así se forman « unas sombras, bultos o figuras que se movían aproximándose a nuestra posición ». En realidad, « un grupo de personas […] que eran cinco y todos varones, jóvenes con apariencia entre 22 y 25 años ». Y el problema, que va a motivar el desenlace del sueño en un brutal despertar como en las pesadillas, es el hecho de que hay un peligro inminente contra la pareja. Es por eso que las figuras de los caminantes se presentan como una « súbita alarma », puesto que, por alguna razón misteriosa, « dos personas dormidas [eran] presa fácil para cualquier atraco o extraña y peligrosa tentación » y que « nuestro peligro es muy grande ».

En realidad, el verdadero peligro inminente contra los dos no eran los caminantes sino una nueva separación de la pareja, pues Florence había ya decidido regresarse a vivir a Lima después de haber pasado más de un año en São Paulo. Ella nunca se integró realmente en esta ciudad, ni buscó hacerlo. Sentía que su vida estaba en Lima y no en São Paulo. Al paso que Alberto no tenía previsto regresar a vivir a Lima y más bien tenía proyectado mudarse a Manaus, dejando su puesto actual en la Glasurit do Brasil para incorporarse a un puesto importante en la Honda. Le esperaban períodos de grandes cambios y un peligro que acechaba a la pareja: una nueva separación inminente que este viaje no podría impedir.

Aparte de ésto, no se entiende muy bien ¿por qué los jóvenes caminantes podrían representar un peligro tan importante ? Más aún cuando el mismo Alberto dice que los jóvenes andaban « caminando con paso tranquilo y conversando entre ellos ». Es decir no tenía por qué considerarlos como peligrosos para con la pareja. Talvez una respuesta estaría en el hecho de que las edades de los jóvenes, entre 22 y 25 años, correspondían casi con las edades de los hijos de Florence y Alberto. Y una de las razones por la que Florence había decidido regresarse a Lima era justamente para ayudar a sus dos hijos más jóvenes que se habían quedado allá y que necesitaban apoyo.

En este caso, la experiencia transferencial compartida por esta pareja en ese momento de sus vidas era pues la ansiedad mutua por la separación que se venía, así como la ansiedad por la incertidumbre que esta separación provocaba en relación al futuro. En este ejemplo de sueños gemelares, hay muchos pensamientos del sueño que, como decía Freud en 1915, son preconscientes. Éstos, a pesar de la censura sobrecargada, sirven como una pasarela para conectar el contenido manifiesto del sueño a su material latente. El mensaje telepático, o sea la transmisión del pensamiento, el desdoblamiento de la conciencia y, más precisamente, la experiencia de estar fuera del cuerpo, son tratados como parte del material necesario para la formación del sueño.

 

Lucid-dreamsTransmisión de Pensamiento  y Conciencia Extralúcida en la Cura Analítica

En su texto sobre Lo Inconsciente, Freud hace una de sus primeras referencias al fenómeno de la telepatía diciendo lo siguiente: « es muy singular y digno de atención el hecho de que el sistema inconsciente de un individuo pueda reaccionar al de otro, eludiendo absolutamente el sistema consciente » [2]. Si, como dice Freud, el sistema consciente ha sido eludido, ¿cómo es posible entonces que en los sueños gemelares la posición preconsciente haya sido tan lúcida y al mismo tiempo simultánea?

 

Transmisión de deseo y transferencia compartida.

En su texto de 1922 sobre Sueño y telepatía, Freud se pregunta si lo que está presente en los sueños telepáticos es la esencia de todo sueño o si es más bien una «experiencia vivida » realmente y que encuentra en el sueño una vía de expresión. Considerando que los sueños lúcidos telepáticos no implican realmente « desplazamiento, condensación pero sobre todo satisfacción de deseo inconsciente », sino que parecen más bien ser la expresión de una vivencia preconsciente compartida, deberíamos entonces definirlos como una experiencia telepática diurna, realmente vivida, pero necesitando de una expresión a través del dormir [3]. Así, los sueños lúcidos (telepáticos o no) serían diferentes de los sueños en general, en el sentido de que en los primeros no habría tanto la necesidad de expresión de un deseo inconsciente, sino más bien de un preconsciente compartido en lo vivido.

El sueño normal, incluso el sueño de angustia y la pesadilla, son el producto de un trabajo psíquico de desplazamiento o de condensación sobre un deseo insatisfecho que espera su resolución o sobre un deseo contrariado por la angustia, la culpabilidad, la cólera o la vergüenza. Al contrario, el sueño lúcido con valor telepático sería el producto onírico de una « percepción que viene del exterior ». Entre los dos hay una diferencia de talla sobre la fuente del material a elaborar (intrapsíquica ou extrapsíquica), pero también hay una clara diferencia en el mecanismo onírico utilizado así como en el material mismo (interpretación del deseo inconsciente o expresión de una percepción preconsciente).

Para Freud, la fuerza y el carácter del delirio, por ejemplo, dependen del hecho de que éste procede de una « realidad psíquica inconsciente ». Pero podríamos decir lo mismo de tantos otros eventos psíquicos como el fantasma, el síntoma, la transferencia, el sueño y la forma extralúcida de conexión de inconsciente a inconsciente. En ese sentido, nuestra pregunta sería de identificar el tipo de realidad psíquica inconsciente presente en el caso de la transmisión de pensamiento. Es decir, ¿cuál sería y cómo se presentaría el evento psíquico en el caso de la telepatía? A esto, Freud responde diciendo que el mensaje telepático llega al mismo tiempo que el evento psíquico, sólo que sería necesario el estado del dormir, por ejemplo, para que este mensaje pueda ser percibido por la conciencia. En otras palabras, uno podría decir que el evento psíquico del que hablamos es lo mismo que el mensaje telepático, producido de manera inconsciente o preconsciente. El sueño lúcido sería entonces una manera de elaborar psíquicamente, o sea una tentativa de completar la expresión, a través de una elaboración onírica, el evento de conexión entre inconscientes.

En 1941, Freud retoma una parte no publicada de su texto de 1921 sobre estas cuestiones y sostiene que la transmisión de pensamiento debe en realidad ser entendida como una « transferencia de pensamiento », o más precisamente como la transferencia de un fuerte deseo inconsciente [4]. Y en 1933, Freud ya había considerado que las condiciones para una tal inducción del deseo inconsciente, sin comunicación por palabras o por signos, se sitúan en el hecho de que el evento psíquico transferido concierne una persona por la que el receptor transferencial tiene un fuerte interés emocional [5]. Es decir, las dos personas deben tener una relación transferencial bastante intensa y mutuamente compartida.

Después de Freud, han habido varios psicoanalistas que se han interesado en la transmisión de pensamiento, los sueños gemelares y temas afines, como es el caso de Istvan Hollos, Geza Roheim, Wilhelm Stekel, Dorothy Burlingham, Theodor Reik, Michael Balint, Sandor Ferenczi, Helen Deutsch, Jule Eisenbud… entre tantos otros.

Completamente convencido por la realidad de la telepatía, Sandor Ferenczi tentó durante mucho tiempo elaborar una explicación ayudado por el psicoanálisis, dejando de lado, eso sí, el aspecto oculto o paranormal [6]. Pero, en una carta de 1909, Freud le responde a Ferenczi, sobre la vidente consultada un cierto tiempo atrás por los dos amigos y que dejó a Freud algo sorprendido, diciéndole que : «se trata solamente de transmisión de pensamiento… Por el momento es mejor callarnos. Silencio absoluto sobre el asunto » [7].

Desde el comienzo, los psicoanalistas se dieron cuenta de la relación de la transmisión de pensamiento con el dormir y con el sueño. Así, por ejemplo, para Wilhelm Stekel, el aspecto emocional liberado durante el estado del sueño puede facilitar la sensibilidad necesaria para producir fenómenos como la transmisión de pensamiento [8]. En ese sentido, hay muchos casos que podrían ser clasificados como “mensajes telepáticos” obtenidos por sueños de los pacientes.

Por ejemplo, partiendo de un sueño de una paciente, Helen Deutsch considera que el personaje clave del sueño había sido elaborado como una condensación de la paciente y de la analista y que, además, se podía deducir una identificación complementaria de la analista a la de la paciente hacia ella [9]. También, la simultaneidad, o coincidencias temporales, entre la madre y su hijo referentes a la moneda de oro en la anécdota relatada por Dorothy Burlingham pueden ser vistas como una sincronicidad mental en la profunda relación que une el hijo a su madre [10]. Por su parte, Istvan Hollos, con más de 500 casos de telepatía, considera que el fenómeno de la transmisión de pensamiento es intrínseco a la transferencia. Por ejemplo, él percibe que, gracias a la transferencia, lo reprimido en el inconsciente del analista puede retornar en las asociaciones del analizante [11]. Así también, Jule Eisenbud nos da una explicación de los sueños gemelares diciendo que no puede tratarse de una simple coincidencia y que los sueños gemelares son esencialmente dos partes, dos fragmentos o dos versiones de un sólo sueño. Es decir, de una sóla experiencia compartida. Aquí su explicación: « once we admit the possibility of telepathic activity in dreams, we are no longer at liberty to assume that a given dream is exclusively the private concern of the dreamer who had it, since analysis is capable of demonstrating that one dream may be the vehicle for the latent material of two, three, or more individuals, or that two dreams are essentially one, existing separately only in the way that two intelligence agents may carry separately the complementary details of a plan which can be understood only when both sections are viewed together » [12].

Partiendo de la idea que el psicoanálisis presupone « un diálogo inaudible pero extremadamente expresivo », Theodor Reik aconseja a los jóvenes analistas de prestar atención a los menudos indicios, signos y comunicaciones sin palabras para captar « los mensajes secretos que van de un inconsciente a otro » [13]. Esta idea de comunicación de un inconsciente a otro ha sido muy criticada, en gran parte por los post-lacanianos, porque a veces Lacan ha emitido más que algunas reservas, sobre todo cuando él dice que no existe inconsciente colectivo porque solamente hay inconscientes particulares [14]. Sin embargo, el hecho de que no exista un inconsciente colectivo no implica que no pueda existir una comunicación entre inconscientes particulares. Además, en otros pasajes de su enseñanza, Lacan parece darle una cierta dignidad a la cuestión de la transmisión de inconsciente a inconsciente aunque, al final, es sólo para rechazarla mejor. Por ejemplo, en las primeras fechas del seminario Los No-incautos yerran, Lacan toma en cuenta la cuestión del ocultismo y de la telepatía, en práctica sólo para decir que si Freud se interesó fue únicamente por error. Lacan no se interesa realmente al fenómeno de conexión entre inconscientes y lo único de positivo que dice es que en toda esta cuestión hay un solo elemento importante. Ese punto sería que, según Freud, « los hechos de ocultismo se refieren siempre a una persona que uno quiere, a una persona por la que uno tiene interés, a la que uno ama » [15]. Aparte de eso, el problema es evacuado rápidamente para reducirlo más bien a un efecto fenomenológico de la transferencia. Para Lacan, en suma, la telepatía es una niña perdida, un mendigo del pensamiento, algo sin ningún interés para el psicoanálisis [16].

Sabemos muy bien que no es necesario asimilar la comunicación de inconsciente a inconsciente a la idea de inconsciente colectivo. Porque puede existir una tercer área, aparte del paciente y del analista, donde los dos inconscientes se conecten. La sensibilidad en relación a este aspecto puede ser a veces fructuoso para el trabajo analítico. Así, hay muchos psicoanalistas, incluso lacanianos, que deberían seguir los consejos de Reik para no cadaverizarse al extremo en las sesiones de análisis. Al mismo tiempo, a pesar de su rechazo, es gracias al mismo Lacan que se puede pensar, aunque indirectamente, estas variaciones técnicas, sumamente subtiles en la clínica, porque por ejemplo, en una parte más avanzada de su enseñanza, Lacan dice que el sujeto-supuesto-saber no es sólo una producción del analizante sino también del analista. Para Lacan, es en realidad el analista que, en principio, supone el saber a su paciente. Y que eso permite la entrada en el análisis. Es decir que, en el análisis, el inconsciente del analista también está implícitamente presente y podemos entonces suponer, según nuestra experiencia clínica, que éste juega un papel preponderante.

En el mismo sentido, para varios psicoanalistas post-freudianos como Nandor Fodor, la comunicación entre inconscientes sólo puede realizarse si en el inconsciente de los dos sujetos existe un contenido similar a la espera de una activación común [17]. También, en un trabajo excelente, muy sincero y bastante reciente sobre estas cuestiones, el psicoanalista Eduardo Braier relaciona la telepatía con una forma especial de identificación al analista teniendo la transferencia como tela de fondo [18]. Braier cuenta cómo a una paciente, claramente identificada con el analista, le ocurre un pequeño accidente en la mano, según las mismas condiciones y detalles que a él.

He aquí una parte del relato: « [esta paciente] solía ser puntual, pero apenas dos días después llegó muy tarde a la sesión siguiente, con un vendaje en el mismo dedo… y de la misma mano en que yo aún tenía mi vendaje. Me contó que acababa de sufrir un accidente, el cual había ocasionado su tardanza. Por supuesto, de inmediato reparé en las coincidencias con lo que me había sucedido y le pregunté acerca de su accidente. Como era previsible en ella, no lo relacionó en principio conmigo. Es más, negó terminantemente haber notado mi dedo vendado en la sesión anterior. Hasta aquí no había para mí ningún motivo particular de asombro. Supuse, claro está, que se había identificado conmigo a través del accidente que sufrió, pero cuando comenzó a contármelo tuve una sensación que no podría calificar de otro modo que de siniestra. Durante su relato yo tenía una extraña e inquietante vivencia de certidumbre en cuanto a saber cómo proseguiría éste, anticipándome un instante a la narración de los hechos. Es que J. parecía estar contando… mi propio accidente… ¿Cómo era esto posible? Quedó rápidamente descartado que se hubiese enterado por los medios habituales o por terceros de los pormenores del mismo. […] Sólo restaba una posibilidad: J. habría captado telepáticamente, y sin tener ninguna percepción consciente de ello, lo que me había ocurrido. Pero además se identificó conmigo reproduciendo mi accidente en prácticamente todos sus detalles, a menos de setenta y dos horas de éste y cuando se prestaba a asistir a su sesión de análisis. »

Es una pena que no existan más trabajos como los de Eduardo Braier. En todo caso, la posición de Freud y de psicoanalistas como Deutsch, Reik, Fodor y Braier son muy útiles para lo que vamos a situar en términos de una transferencia compartida que permite la producción, entre otros fenómenos, de los sueños gemelares así como de la transmisión de pensamiento.

 

Fuentes Causales de la Transferencia Compartida

Me parece importante ahora responder a algunas preguntas que se imponen llegados a este punto. Por ejemplo, ¿cuáles son las características de personalidad, si esto existe, de los pacientes que serían más sensibles para captar los “mensajes” a disposición de inconsciente a inconsciente? O dicho de otro modo, ¿qué tipo de pacientes (y de psicoanalistas) estarían más predispuestos a entrar en una relación transferencial que favorezca la producción de sueños gemelares y la transmisión de pensamiento? En suma, ¿cuáles serían las fuentes causales de las relaciones transferenciales que favorecen dichos fenómenos?

Las relaciones transferenciales más favorables para estos fenómenos son las que están presentes en lo que yo llamo transferencia compartida. ¿Qué significa este término?

Digamos que tener transferencia es tener confianza en sí mismo y en el trabajo inconsciente del análisis. Hemos dicho que, según Lacan, para que haya transferencia en general, el analizante supone el saber inconsciente a la persona del analista. Pero esto es factible siempre y cuando el analista suponga también, desde el inicio, un saber a su paciente. De esta forma, el analizante podrá suponer el saber a su propio inconsciente y tener confianza en el poder que esto genera. Sólo que hay casos en los que se puede pasar de esta transferencia simple a lo que llamamos transferencia compartida.

Este término no significa tanto que el analizante supone el saber a su propio inconsciente o al inconsciente del otro, ni tampoco no significa tanto que el analista supone el saber a su propio inconsciente o al inconsciente del otro, sino más bien que los dos, analizante y analista, suponen el saber al espacio inconsciente formado por los dos en el trabajo analítico. La transferencia compartida es así una serie de momentos especiales en donde existe una conexión inconsciente intensa, entre analizante y analista, en función de algunas vivencias cruciales de la vida del analizante. Es como si algunos aspectos de estas vivencias cruciales pudieran ser compartidas inconscientemente por el analista, no sólo durante sino entre las sesiones.

En estos casos, el analizante se encuentra en un estado de intensa permeabilidad emocional y afectiva. La idea entonces es que, en estos casos de transferencia común intensa, hay partes de las vivencias del propio analista que pueden conectarse, de manera inconsciente, con la hipersensibilidad momentánea del analizante.

Probablemente, la primera fuente causal de la transferencia compartida se encuentra situada en la vivencia originaria de la comunicación inconsciente madre-feto, o madre-niño por nacer, o sea en el periodo que precede el nacimiento y que llamamos n’essence [19]. Sin ambigüedades, me parece que si es posible una transmisión de pensamiento, esta se vive probablemente de lleno durante la n’essence. Así, mi hipótesis es próxima a la de Jan Ehrenwald sobre el hecho de que es en el periodo de los últimos 6 o 4 meses antes del nacimiento que se procesa el fenómeno de la transmisión de pensamiento. Para Ehrenwald, « la telepatía es realmente la matriz embriológica de la communicación, o de la transferencia de información, siendo destinada a ser suplantada más tarde por la palabra » [20]. Si, como dice Freud, los niños pequeños creen que los padres pueden percibir sus pensamientos e intenciones más secretos sin necesidad de ninguna comunicación [21], es probablemente porque ellos se acuerdan muy bien de la experiencia más precoz de sus vidas en donde la madre y el bebe, o la madre y el feto, podían tener una impresión afectiva y emocional, uno del otro, sin la posibilidad de comunicar por palabras o por signos lingüísticos.

En principio, los sueños gemelares han sido estudiados en las experiencias de transferencia compartida con sujetos psicóticos que son los que más captan y los que más fácilmente extraen, de manera involuntaria, mociones muy ancladas en el inconsciente del otro o en el inconsciente del psicoanalista. Así por ejemplo, tenemos los trabajos de Gaetano Benedetti sobre la transmisión inconsciente y silenciosa que puede ocurrir, a través de lo que él llama sueños gemelares o sueños supletivos, en ciertas transferencias transicionales entre paciente y psicoterapeuta [22]. En general, los casos de sueños gemelares y las experiencias de transmisión extralúcida son consideradas por los clínicos como hechos que favorecen el avance de la psicoterapia. Aparte de G. Benedetti, es el caso también de psicoanalistas como Jule Eisenbud. Según Eisenbud, la comunicación de inconsciente a inconsciente realizada por los sueños gemelares y por los sueños premonitorios pueden ayudar a vencer la angustia y a favorecer la confianza en el analista, lo que facilita el progreso del análisis [23]. Aunque, de manera opuesta a estas versiones positivas, hay quienes consideran que, bajo ciertas condiciones, los fenómenos telepáticos pueden ser nocivos para el desarrollo de la psicoterapia de pacientes psicóticos [24].

Sin embargo, a pesar de esta posición crítica, algunos de los psicoanalistas actuales confirmamos, en nuestra propia experiencia clínica con sujetos psicóticos, la posición de G. Benedetti y J. Eisenbud pues constatamos que los sueños gemelares, por ejemplo, son frecuentemente signos de un avance o de un progreso del análisis y de sus efectos terapéuticos. De este modo, puedo citar el sueño extralúcido de un paciente que ha sufrido de síntomas esquizofrénicos en el que me veía junto a una mujer muy joven tratando de instalar un cuadro en mi sala. Sólo que, según él, había un dilema. No encontrábamos el lugar donde instalarlo. Este es su sueño. Y efectivamente, él no tenía cómo saberlo, porque en ese momento él se encontraba bastante lejos de París y manteníamos nuestras dos sesiones semanales desde hace varios años sólo por teléfono, pero yo iba a participar de una exposición con una foto que acababa de ampliar y encuadrar. Y justamente ese mismo fin de semana en que el paciente tuvo ese sueño, yo estuve en mi sala con mi hija para escoger dónde podría, más tarde, después de la exposición, instalar el cuadro. Y esa tarde, tuvimos efectivamente un debate un poco largo sobre el lugar más adecuado para instalarlo. La época en que el paciente tuvo ese sueño correspondió precisamente con el periodo en que él comenzó a dejar la mayor parte de sus síntomas esquizofrénicos y paranoides y a presentar un gran progreso en su vida. ¿Será sólo una coincidencia?

Eso sí, los sueños gemelares existen en todas las estructuras clínicas, incluyendo los sujetos que no se encuentran en estados psicopatológicos pero que tienen vivencias mutuas extremadamente intensas, compartidas y simultáneas. De esta manera, hay también otros fenómenos que no pertenecen necesariamente a la psicopatología pero que permanecen aún en parte inexplicables. Por ejemplo, tenemos el somnambulismo, los sueños lúcidos, la conciencia profunda en los estados de coma, el desdoblamiento no patológico de la personalidad ó las experiencias de muerte inminente. En el caso de los sueños gemelares, lo simultáneo tiene que ver con una conexión entre lo pulsional percibido y lo pulsional vivenciado en dos personas que tienen una relación transferencial intensa (psicoterapia, psicoanálisis, familia, pareja, etc.). Podríamos decir también que la fuente preconsciente de los sueños gemelares ha sido objeto, por parte de ambas personas, de una sobrecarga pulsional muy importante. Y que esta sobrecarga o inflación excesiva está acompañada de una censura que contribuye con el material y con la fuerza necesarios para volver posible la extralucidez.

Durante los sueños normales en general pueden existir incluso momentos fugaces de conciencia extralúcida. Son los casos, por ejemplo, en donde el sujeto se va a dormir con una preocupación muy importante sin que ésta le impida dormir. Esa preocupación, conflicto consciente de la vida diurna, que está acompañada por una tensión psíquica que podemos llamar ansiedad para diferenciarla de una intensidad mayor que sería la angustia, irá a alimentar los contenidos materiales para la producción de sueños.

Las experiencias extracorporales (Out of Body Experiences), que son vivencias conscientes heautoscópicas de sentirse o percibirse fuera del cuerpo, pueden producir la sensación de flotar y la autoscopía, o sea verse a sí mismo durmiendo por ejemplo [25]. Como parte de las alucinaciones hipnogógicas [26] o hipnopómpicas, presentes en el material de los sueños normales, las alucinaciones de estar fuera del cuerpo, que ocurren en casos extremos como privaciones sensoriales, circunstancias de peligro, privaciones vitales, cansancio extremo, estados de coma o de muerte inminente, no son alucinaciones psicóticas ni patológicas. Estas alucinaciones de estar fuera del cuerpo están acompañadas de una conciencia extralúcida que no se confunde con la formación delirante ni con la certeza psicótica. Pues el punto de vista crítico y analítico, junto con la conciencia de la realidad, aunque temporariamente estén flotantes, no se pierden y reaparecen apenas el sujeto se despierta. Aún más, el sujeto tiene plena conciencia de haber soñado y no confunde éste con la realidad.

Pero lo extraño del caso es que lo que ha percibido el sujeto durante el sueño puede tener algo que ver con cosas que verdaderamente ocurren, han ocurrido o van a ocurrir de manera inminente en la realidad de su vida, o en la de una persona que le es afectivamente cercana, y  que, además, de ninguna manera, el sujeto podía conocer antes de haber soñado. Otra extrañeza es también el hecho de que éstos sueños lúcidos hayan sido compartidos con alguien y, más aún, que hayan sido simultáneos.

 

La Conciencia Extralúcida.

Quisiera aclarar aquí que yo utilizo el término de conciencia extralúcida en tres sentidos bien diferentes que, sin embargo, están siempre asociados. En un primer sentido, se trata de una conciencia extra, o exterior, pues la lucidez no se encuentra verdaderamente anclada en la conciencia sino más bien en lo preconsciente. Es decir, en el sentido de que no se trata de una lucidez ni práctica ni pragmática. No puede controlar ni manipular las cosas, no puede convertirse en trabajo manual o corporal. No es una consciencia utilitaria. El raciocinio está alterado y la memoria también. Esta conciencia extralúcida sólo puede modificar las sensaciones y las percepciones, como ocurre en las experiencias de trance ecsomático o de trance chamánico pero, a pesar de eso, se presenta como una « ampliación de la conciencia » [27]. Es por eso que se trata de una conciencia extra, o exterior, o sea de una conciencia fuera de la conciencia común y corriente.

En segundo lugar, está el hecho que la lucidez en juego debe ser considerada como extraordinaria en relación con la lucidez normal y corriente de la vida de vigilia. Es una lucidez mucho más importante, mucho más intensa y fugaz que la lucidez corriente, pero que está fuera del alcance del mundo y de las acciones sobre éste. Porque, de todas maneras, depende completamente de la volatilidad del sueño. En éste caso, el prefijo extra puede ser entendido como hiper, pero un hiper fuera de lo común y fuera del mundo objetivo, como hemos dicho en el primer sentido. Es una lucidez hiper intensa.

En un tercer sentido, se debe entender la conciencia extralúcida como una lucidez que parece situarse no solamente fuera del mundo objetivo sino también fuera del ámbito corporal, emocional y afectivo controla o por el yo. Es una lucidez extra-yo. En ese sentido, el término extra tendría una cierta relación con el significado de extimidad, o sea algo de exterior que se encuentra en la intimidad o, más bien, algo de sí que se sitúa y que es vivenciado fuera de la intimidad. En un área intermediaria en donde se encuentran, por momentos fugaces, la intimidad secreta del sujeto con la intimidad normalmente desconocida de otro. De cierta manera, se podría decir que, en la conciencia extralúcida, una parte de la propia intimidad es extrañamente vivenciada como si ocurriera en el exterior, fuera de sí mismo, en el otro, al mismo tiempo que el otro es vivenciado como siendo partícipe de la intimidad secreta del sujeto. Es una lucidez extimia.

 

telepatia.cientifica3Transmisión de pensamiento y eventos intersubjetivos

¿Debemos creer en la telepatía? ¿Existirá la transmisión de pensamiento? ¿Cómo se podrían definir estos dos fenómenos? Me parece que la verdadera telepatía, si es que existe, puede ser entendida como una transmisión de pensamiento sin discurso y sin relación prealable entre dos sujetos. O sea que sería una transmisión sin una expresión articulada de la combinatoria significante. Definida así, aparentemente la telepatía es más difícil de existir que la más simple y común transmisión de pensamiento sin discurso pero con relación intersubjetiva.

 

Pensamiento y significante.

Pero, ¿cómo podemos definir el pensamiento en la vida normal y consciente? Hay dos maneras de entenderlo. Según una primera versión, podemos considerar que se piensa primero y que sólo después el lenguaje, o el significante, se forma, se utiliza o se adquiere. De acuerdo a esta posición, no se necesita el lenguaje para pensar puesto que hay “pensamientos” que no pueden ser vehiculados por el significante. Éste no serviría para pensar sino sólo para comunicar. Es decir, el significante sería un mero medio de comunicación de lo que se elabora en un pensamiento casi natural, un pensamiento puramente neurológico, sin ninguna articulación previa con el material significante. Felizmente, hay una manera de considerar lo inverso. Se puede concebir que el lenguaje, representado por su material más simple, que es el significante, sea la condición de toda posibilidad de pensamiento. Según este punto de vista, que es una orientación lacaniana, no se puede pensar sin significante. Y esto implica que se debe excluir del pensamiento lo que exclusivamente tiene que ver con el afecto, con las emociones y con las impresiones más irracionales y más íntimas.

En términos lacanianos, esta dimensión que escapa al lenguaje estaría representada por el objeto a. Así, contrariamente a algunos psicoanalistas como Françoise Dolto, no se puede decir de ninguna manera que « todo es significante », o que « todo es lenguaje » ! Aunque las dos formas de entender las relaciones entre pensamiento y significante que acabamos de citar sean opuestas, las dos definen un espacio estrictamente humano y muy probablemente transmisible. También tenemos que decir que ese espacio de transmisión se encuentra al exterior del dominio del significante.

La cuestión que nos ocupa aquí es saber si, por una parte, sea posible transmitir la combinatoria significante sin una expresión articulada y explícita. Y, por otra parte, nos preguntamos también cómo y bajo qué condiciones la dimensión que huye del significante puede ser transmitida sin éste.

Sabemos que en las parejas que duran toda una vida, en las familias muy unidas o en los grupos de amigos íntimos, donde reina una gran cohesión y complicidad, así como en los equipos u organizaciones donde los participantes están intensamente identificados a un proyecto común, se pueden dar a veces elaboraciones significantes sincrónicas sin necesidad de comunicación directa. Esta simultaneidad significativa parece que pasa más bien por vías y por signos muy sutiles. Ese fenómeno puede darse en la resolución de problemas, en los insights relacionados con un evento histórico que había quedado inexplicado o en las asociaciones de ideas sobre una situación compartida.

Sin embargo, estas coincidencias no sólo se dan en la combinatoria significante. Hay también una verdadera transmisión fuera del dominio del significante, que éste haya sido expresado o no. Es el caso de la transmisión del afecto, por ejemplo. En el mismo tipo de agrupaciones humanas del que hemos hablado más arriba es inevitable que se produzcan coincidencias o complementariedades afectivas y emocionales sin comunicación discursiva o sin explicitación directa. Se puede entonces suponer que se trata de una transmisión afectiva, de una transmisión emocional. El miedo de un sujeto puede ser absorbido en el miedo de otro, la angustia del otro puede movilizar la del sujeto, el amor secreto de uno puede reaparecer de manera apenas velada en el otro…

En estas dos series de fenómenos, o sea por el significante y por el afecto no comunicados directamente, se puede deducir un proceso que sería semejante, o equivalente, al de la transmisión de pensamiento. Pero, ¿se podrían eventualmente entrelazar las dos? ¿Lo que se transmite sin discurso de lo significante puede reaparecer en el otro bajo la forma del afecto? ¿Y lo del afecto en lo significante?

 

Eventos intersubjetivos y transmisión extralúcida.

Para responder a estas interrogantes, tendremos que hacer referencia al concepto de evento subjetivo como una tercera vía o como una tercera condición para que se conciba la transmisión de pensamiento fuera del significante. Vale decir para la transmisión inconsciente, o preconsciente, del afecto e incluso del significante pero sin elementos discursivos.

En regla general, es imposible transponer lo que hace parte del dominio del afecto en significantes. Y viceversa, no se puede traducir lo que se concibe o lo que se define por los significantes en términos de vivencias afectivas. Significante y afecto son dimensiones tan lejanas y tan diferentes que no se pueden mezclar una con otra. Pero, eso sí, las dos pueden participar simultáneamente de una misma vivencia situacional.

Justamente, estos dos aspectos irreductibles uno al otro, pueden por el contrario combinarse en un tercer elemento en el que podrá finalmente elaborarse la transmisión esperada. Se trata de lo que yo defino con el término de eventos intersubjetivos. De manera general, no existe ningún evento intersubjetivo sin la participación de cada sujeto, por más mínima que sea, a lo que enlaza el evento con la combinatoria significante y con el afecto relacionado. Y esto también quiere decir que no hay evento intersubjetivo sin una mínima transmisión significante y afectiva. El evento psíquico es forzosamente una transmisión y no necesariamente de sujeto a sujeto, en todo caso no directamente. Puesto que la transmisión (de pensamientos, de significantes, de afectos) se realiza más bien entre el sujeto y el núcleo del evento. En ese caso, la transmisión de sujeto a sujeto estaría mediada por el evento psíquico al que los dos sujetos participan.

No obstante, no hay que considerar el evento psíquico como un elemento exterior que eventualmente podría contenir a cada sujeto. Es mejor más bien entenderlo como una construcción espontánea e íntimamente común, o extimia, a los sujetos que participan de ello. En ese sentido, el evento psíquico es una forma de modificación subjetiva, una otra manera que puede tener el sujeto de vivenciar sus pulsiones, sus pensamientos, sus afectos. Les ejemplos de estos tipos de eventos psíquicos pueden ser la experiencia amorosa, la cura analítica, los lazos familiares, las relaciones de pareja… o cualquier otra alianza intensa e íntimamente vivida.

Recapitulando, puedo decir que, según mi modo de ver, necesitamos del material significante para poder pensar en el sentido preciso de raciocinar, definir, calcular, juzgar… Sólo que lo que comúnmente significa la palabra “pensamiento” no se reduce a esta única función de “pensar”. Y ésto es lo que produce una confusión y lo que permite la otra interpretación sobre la relación entre pensamiento y significante. Porque la palabra “pensamiento” también se refiere, en la lengua común, a lo afectivo, a lo emocional e incluso a lo meramente relacional que pertenece a los eventos psíquicos intersubjetivos. Es decir, a las actitudes, a las reacciones, a las posiciones subjetivas e intersubjetivas que no pueden reducirse ni a lo que es pensar ni tampoco a lo que es significante.

Como hemos dicho, gracias a Lacan, tenemos dos fuentes diferentes: una que tiene que ver con el afecto (la angustia o el goce, por ejemplo) y la otra con las palabras y con los eventuales significados. La primera es representada por el objeto a y la segunda por el significante. Pero en esta orientación nos falta un término que se refiera a una tercera fuente que tiene que ver con la transmisión de lo afectivo, de lo emocional, de lo que está fuera del significante y que es a lo que probablemente Lacan tentó aproximarse con el recurso a la topología. Por ahora, esta tercera fuente puede ser representada por nuestro término de evento intersubjetivo en el que se sitúan no la transmisión de significados, sino la transmisión de afectos, de emociones y de posiciones intersubjetivas inconscientes o preconscientes.

También debemos decir que la transmisión existente a través de los eventos intersubjetivos es una transmisión extralúcida, puesto que se produce más allá de la simple conciencia lúcida o de la simple vigilia. Si, por ejemplo, en la cura analítica hay algo que se asemeja con la hipnosis es esta transmisión extralúcida que se construye progresivamente, sesión tras sesión, y que permite reales avances. A mi modo de ver, este fenómeno es esencial en la transferencia, la que no puede ser sólo entendida como transferencia del paciente, sino más bien en el sentido de Gaetano Benedetti como transferencia compartida por el paciente y por el analista. No se trata solamente de la emergencia del afecto o de la liberación de emociones, ni tampoco del saber que efectivamente se puede extraer de este proceso. No se trata de una comunicación discursiva ni de interpretaciones racionales, inteligibles o intelectuales. O sea que no se trata sólo de la emergencia de un deseo libre o liberado, ni de un saber más agudo y pertinente sobre su propio caso. Sino que se trata de la construcción de eventos cruciales durante la cura analítica; o más bien, en la vida misma del analizante. Y ésto se obtiene por una transmisión inédita de lo afectivo y de lo emocional, a partir del saber y del deseo de saber producidos en el análisis, pero en un espacio vivencial y transferencial que es intersubjetivo y extralúcido.

De este modo, podemos decir que la transmisión de pensamiento no es tanto una transmisión de “pensamientos”, sino una conexión compartida por dos sujetos en un área intermediaria de afectos, emociones y puras relaciones intersubjetivas.

 

Experiencias científicas sobre la transmisión de pensamiento.

En los últimos 40 años, la tecnología sin cable ha progresado enormemente sobre todo en el campo de las comunicaciones. Es impresionante que podamos manipular máquinas apenas con controles remoto que no poseen ninguna conexión a través de cables materiales. Es el caso también de la WiFi, de los teléfonos celulares, de los drones, etc. Poco a poco, igualmente, se ha comenzado a aplicar estos conocimientos y avances científicos a la biotecnología.

Kevin Warwick, profesor en la Universidad de Reading (UK), trabaja desde hace años en el proyecto transhumanista que pretende realizar la implantación de fichas, diodos, transistores e interfaces electrónicas en el cerebro o en el sistema nervioso humano [28]. Más precisamente, Warwick ha conseguido recrear una experiencia de telepatía sensorial con su mujer, gracias a electrodos implantados en el nervio mediano de su esposa [29]. Igualmente, como en las experiencias de José Delgado, en 1963, en España, que conseguía controlar a los toros utilizando un transmisor por radio [30], Warwick ha llegado a crear un brazo robotizado y con la ayuda de computadoras fué capaz de mover y controlar ese brazo [31]. Recientemente, también unos investigadores de la Universidad de Pittsburgh han podido hacer que una paciente tetraplégica pueda mover su brazo robotizado para comer un pedazo de chocolate con la única ayuda de su “pensamiento voluntario” [32].

Igualmente, en 2014, dos personas, una en la India y la otra en Francia, han podido saludarse sólo con el pensamiento pero utilizando impulsos electrónicos luminosos tratados por computadoras y transitando por internet. Es así como estos investigadores introducen el tema: « Human sensory and motor systems provide the natural means for the exchange of information between individuals, and, hence, the basis for human civilization. The recent development of brain-computer interfaces (BCI) has provided an important element for the creation of brain-to-brain communication systems, and precise brain stimulation techniques are now available for the realization of non-invasive computer-brain interfaces (CBI). These technologies, BCI and CBI, can be combined to realize the vision of non-invasive, computer-mediated brain-to-brain (B2B) communication between subjects (hyperinteraction) » [33].

Estas y otras experiencias efectuadas por neurofisiólogos e investigadores en cibernética dan una base científica exacta a los fenómenos de transmisión de pensamiento que ya habían sido estudiados desde hace un siglo por el psicoanálisis. Freud y muchos psicoanalistas dejaron estos estudios por temor a que se asocie el psicoanálisis con el ocultismo o con lo paranormal. Pero, como hoy en día, las ciencias exactas hacen estas experiencias, eso mismo procura una autenticidad científica a estos asuntos, como si el psicoanálisis no fuese también capaz de ser una ciencia aunque, lógicamente, de otro tipo que la biología, la neurología o la nanotecnología. Sin embargo, no es sólo por ello que el psicoanálisis tiene que interesarse más por estos temas. Sino también porque el proyecto transhumanista actual, que aumenta de manera científica del cuerpo humano y sus capacidades vitales, va forzosamente a fabricar una modificación esencial del sujeto del inconsciente. Una de ellas, afirmada desde ya por algunos como Kevin Warwick, es la tendencia actual a desarrollar las capacidades de la conciencia, de la voluntad y del pensamiento para, por ejemplo, utilizar las nuevas tecnologías a través de una forma de “telepatía” artificial [34].

 

La Noción de Transmisión Extralúcida

En este trabajo, tratando de la transmisión de pensamiento y de sus relaciones, en parte, con la transferencia en la cura analítica y, en parte, con los sueños gemelares, he definido el término de conciencia extralúcida. Creo que, principalmente en los sueños gemelares, la transmisión de pensamiento, por un lado, y la conciencia o preconciencia extralúcida, por otro lado, juegan un papel muy importante en los avances analíticos de ciertos pacientes, en los progresos de la pareja enamorada o en la resolución de problemas durante el sueño.

Me parece que, para no repetir a cada vez todos estos términos un poco largos que son la “transmisión de pensamiento” y la “conciencia extralúcida”, o “preconciencia extralúcida”, que he extraído del estudio de los sueños gemelares, podemos mejor crear un solo término que los condense. Así, propongo el término de transmisión extralúcida que abarcaría estas nociones en, por lo menos, las tres experiencias que he citado: la cura analítica, la transferencia amorosa y los sueños gemelares.

También, me parece que lo que realmente es operatorio en la cura analítica, y que le da un valor muy alto a la transferencia tal y como Freud, Lacan y algunos otros la han definido, es el fenómeno normal pero no muy esclarecido de transmisión extralúcida. Lo que nosotros, psicoanalistas, favorecemos con la asociación libre de ideas y sentimientos, con la atención flotante, con el diván adelante y nosotros atrás, con la profunda abertura preconsciente de los dos participantes en los casos de transferencia compartida, es lo que aquí sitúo con ese término de transmisión extralúcida.

Como hemos visto, este fenómeno no existe solamente en los casos normales y espontáneos de transmisión de pensamiento, sino también en esas experiencias de comunicación de cerebro a cerebro, o « telepatía artificial », creadas en laboratorio. Creo que no debemos temer el avance de la ciencia en estos temas, tales como la comunicación sin discurso de cerebro a cerebro, la comunicación sin discurso de cerebro a robot o la comunicación sin discurso de cerebro a órgano robotizado, porque, aunque se modifiquen sus contornos y sus efectos, el sujeto del inconsciente no podrá ser borrado ni negado con todo esto. Por el contrario, me parece que el sujeto del inconsciente y todos los temas con los que el psicoanálisis trabaja se harán más actuales, más importantes, más precisos. Más aún, estos avances de la ciencia y del ser humano en general aportarán una nueva psicopatología, la que tendremos entonces que identificar, definir y estudiar.

La experiencia de lo que llamamos conciencia o preconciencia extralúcida se dá en los casos de transmisión de pensamiento espontánea, telepatía artificial, comunicación robotizada de cerebro a cerebro (o de cerebro a órgano), insights de la transferencia compartida, sueños lúcidos y sueños gemelares. Y si resumimos al extremo todas estas experiencias, podemos decir que la transmisión extralúcida ocurre de preferencia durante el sueño, o sea en estados hipnóticos o próximos de lo preconsciente.

Durante el periodo en que se duerme hay toda una serie de estados psíquicos muy diversos de preconciencia o inconciencia, así como de lucidez y a veces de extralucidez. Lo que queremos situar aquí es que la preconciencia extralúcida sólo puede descubrir, durante el dormir o durante el sueño (lo que no es lo mismo), contenidos que ya están inscritos de manera inconsciente. O, en su defecto, en todos los casos, parece que lo que se inscribe de manera inconsciente es el evento psíquico subjetivo. Como consecuencia de estos datos, la transmisión extralúcida dependerá entonces, in fine, de los parámetros pertenecientes al evento intersubjetivo.

El término de transmisión extralúcida se justifica, primero, porque ocurre en procesos de transmisión de pensamiento, o sea de telepatía, sea por significantes o sin ellos, sea por impulsos eléctricos, luminosos, o por afectos o emociones. Pero también se justifica, en segundo lugar,  porque no existe ninguna transmisión extralúcida sin un grado muy intenso, preconsciente y extimio de lucidez, es decir, lo que yo llamo extralucidez. En tercer lugar, la transmisión extralúcida denota implícitamente que este fenómeno se da de preferencia durante los estados oníricos o hipnóticos que pertenecen a la experiencia de transferencia compartida. A su vez, la transferencia compartida es una otra manera de nombrar lo que entendemos por evento psíquico intersubjetivo.

Pienso que estos nuevos parámetros conceptuales nos permitirán de investigar más fácilmente los desafíos que los fenómenos de transmisión de pensamiento presentan al psicoanálisis.

Y para terminar, me gustaría indicar que el presente estudio, como tantos otros que he escrito, ha sido elaborado utilizando, en parte, el fenómeno de la preconciencia extralúcida. Es decir que varias noches me he ido a dormir con partes no resueltas de este trabajo y con el deseo sereno de encontrar una respuesta o al menos un indicio de solución. Pero en ningún momento, al acostarme, me esforcé en trabajar mentalmente para encontrar una tal solución o respuesta. Por eso, todas las veces me dormí rápidamente y bastante agotado por el intenso trabajo intelectual desplegado en poco tiempo. Como consecuencia de ese tipo de adormecimiento, sin ninguna excepción al despertarme al día siguiente, encontraba en mi conciencia matinal el texto bruto de más o menos dos o tres páginas del presente trabajo. Y antes de que esa materia prima mental se esfumara por obra del reciclaje selectivo de la memoria, me dispuse todas esas mañanas, antes de levantarme, primero a reformularla mentalmente, para sólo después poder escribir ese texto reformulado en unas hojas dispuestas la noche anterior para tal uso.

Lo interesante del caso es que el hecho de escribir se desarrolló siempre como un acto casi automático, como si se tratara simplemente de copiar sobre un papel lo que se puede leer en una fuente mental preconsciente.

 

Notas.

1 « Cf. texto completo del relato : https://www.psychanalysevideoblog.com/un-caso-de-suenos-gemelares-por-alberto-arce-casas/

2 FREUD, S. « Lo Inconsciente »(1915), Metapsicología, Obras Completas, Volume I, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1948, p. 1076.

3 FREUD, S., « Rêve et télépathie » (1922), Oeuvres complètes. Volume XVI : 1921-1923. PUF, Paris, 1991, p. 132.

4 FREUD, S., « Psychanalyse et télépathie » (1921, 1941), Oeuvres complètes. Volume XVI : 1921-1923. PUF, Paris, 1991, pp. 108 et 114.

5 FREUD, S., « Rêve et occultisme » (1933), Oeuvres complètes. Volume XIX : 1931-1936. PUF, Paris, 1995, p. 117.

6 GYIMESI, J. (2012). Sándor Ferenczi and the problem of telepathy. History of the Human Sciences, 25(2), 131-148. DOI : 10.1177/0952695111434253. Cf. también, FERENCZI, S. (1932), Diario Clínico. Edic. Conjetural, Buenos Aires, 1988.

7 FREUD, S., FERENCZI, Lettre du 11 octobre 1909, Sigmund Freud, Sándor Ferenczi, Correspondance, 1908-1914, Calmann-Lévy, Paris, 1992, p. 89

8 STEKEL, W., Der Telepathische Traum. Johannes Baum, Berlín, 1920.

9 DEUTSCH, H., “Occult Processes Occurring During Psychoanalysis”, in: George Devereux (ed.), Psychoanalysis and the Occult, International University Press, New York, 1953, pp.133-146.

10 BURLINGHAM, D., “Child Analysis and the Mother”, Psychoanalytic Quarterly, vol 5, 1935, pp. 69-92.

11 HOLLOS, I., « Psychopathologie des problèmes télépathiques quotidiens », Le Coq-Héron, n° 103, 1987.

12 EISENBUD, J. (1947), « A telepathic reve à deux », Psychoanalytic Quarterly, Vol. 16, pp. 39-60 ; cf. también: EISENBUD, J. (1946), « Telepathy and problems of psychoanalysis », Psychoanalytic Quarterly, Vol. 15: pp. 82–87.

13 REIK, Th., Écouter avec la troisième oreille. L’Expérience intérieure d’un psychanalyste [1948], Claude Tchou, Paris, 2002, p. 139.

14 LACAN, J., Le Séminaire, Livre : Le Sinthome, Texte établi par J.-A. Miller, Seuil, Paris, 2005, p. 173.

15 LACAN, J., Le Séminaire, Livre : Les Non-dupes errent, inédit.

16 LACAN, J., Écrits, Seuil, Paris, 1966, p. 265.

17 FODOR, N. « Telepathy in analysis », Psychiatric Quarterly, 1947, Volume 21, Issue 2, pp 171-189.

18 BRAIER, E., « Transferencia, telepatía e identificación con el analista », Sociedad Española de Psicoanálisis, Barcelona, 2001.

19 El término de n’essence, que tiene que ver con la esencia del sujeto del inconsciente la cual se procesa durante el periodo que precede el nacimiento, fue introducido en el texto siguiente: https://www.psychanalysevideoblog.com/les-impasses-du-genre-intersexes-sexuation-et-nessence-i/

20 EHRENWALD, J., Le Lien télépathique, une hypothèse pour expliquer la télépathie, Robert Laffont, Paris, 1981.

21 FREUD, S., « Rêve et occultisme » (1933), op. cit., p. 138.

22 BENEDETTI, G. La Folie en partage. de l’engagement thérapeutique dans la clinique des psychoses (2008). Eres, Toulouse, 2011.

23 EISENBUD, J., PSI and Psychoanalysis, Grune & S.,1970.

24 CHAPEROT, C., « Phénomènes d’allure télépathique dans la relation thérapeutique avec des patients schizophrènes : hypothèse d’une potentielle nocivité de la pensée soignante », Evol psychiatr, 2011; 76 (2).

25 GREEN, C.E., Out-of-the-body Experiences, Hamish Hamilton, Londres, 1968 ; VIEIRA, Waldo, Projections of the Consciousness, International Academy of Consciousness, 1979 ; VIEIRA, Waldo, Projeções da Consciência: Diário de Experiências Fora do Corpo Humano, 1979 ; VIEIRA, Waldo, Projeciologia: Panorama das Experiências da Consciência Fora do Corpo Humano, 1986. Cf. también: Ehrenwald, J., (1974), « Out-of-body experiences and the denial of death », Journal of Nervous and Mental Disease, 159, pp. 227-233.

26 MAURY, Louis Ferdinand Alfred (1848), « Des hallucinations hypnagogiques, ou des erreurs des sens dans l’état intermédiaire entre la veille et le sommeil », Annales Medico-Psychologiques du système nerveux, Vol. 11, pp. 26-40.

27 CABIESES MOLINA, F., Mecanismos del trance chamánico : « El « trance », base de la actividad chamánico, es una clara ampliación de la conciencia. Es un estado alterado de la conciencia donde las reglas del pensamiento racional son desarticuladas por fuertes corrientes de contenidos memorísticos emocionales, imaginativos y cognitivos. El mundo ordenado por la lógica es perturbado por la liberación de informaciones, pasiones y fantasías. Las facultades críticas se tambalean ante la fe y las acciones simbólicas se transforman en hechos reales. »

28 Cf. Tucker, C.A., Warwick, K. and Holderbaum, W. (2012) Efficient wireless power delivery for biomedical implants. IET Wireless Sensor Systems, 2 (3). p. 176. ISSN 2043-6386 doi: 10.1049/iet-wss.2011.0168 ; aussi : Daly, I., Nasuto, S. J. and Warwick, K. (2012) Brain computer interface control via functional connectivity dynamics. Pattern Recognition, 45 (6). pp. 2123-2136. ISSN 0031-3203 doi: 10.1016/j.patcog.2011.04.034 ; Warwick, K. (2008) Brain is next in wiring up to the Internet. Oxford Times.

29 Warwick, K, Gasson, M, Hutt, B, Goodhew, I, Kyberd, P, Schulzrinne, H and Wu, X: “Thought Communication and Control: A First Step using Radiotelegraphy”, IEE Proceedings on Communications, 151(3), pp.185-189, 2004.

30 Cf. John Horgan, « The Forgotten Era of Brain Chips », Scientific American, vol. 293, no 4, October 2005, p. 66–73 (DOI 10.1038/scientificamerican1005-66. Cf. aussi : DELGADO, J., Evolution of physical control of the brain, American Museum of Natural History (New York), 1965, et : DELGADO, J., Le Conditionnement du cerveau et la liberté de l’esprit, Ch. Dessart, Bruxelles, 1972.

31 Gasson, M.N., Hutt, B.D., Goodhew, I., Kyberd, P., and Warwick, K: « Invasive Neural Prosthesis for Neural Signal Detection and Nerve Stimulation », International Journal of Adaptive Control and Signal Processing, Vol.19:5, pp.365-75, 2005.

32 J. L. Collinger, Brian Wodlinger PhD b i, John E Downey, Wei Wang, E. C Tyler-Kabara, Douglas J Weber, Angus JC McMorland, Meel Velliste, Prof Michael L Boninger, Andrew B Schwartz, « High-performance neuroprosthetic control by an individual with tetraplegia », The Lancet, Volume 381, Issue 9866, Pages 557 – 564, 16 February 2013.

33 Grau C, Ginhoux R, Riera A, Nguyen TL, Chauvat H, et al. (2014), « Conscious Brain-to-Brain Communication in Humans Using Non-Invasive Technologies », Plos One, 9 (8): e105225. doi:10.1371/journal.pone.0105225, Duke University, USA.

34 http://es.gizmodo.com/kevin-warwick-pronto-controlaremos-la-tecnologia-con-476577110. Cf. aussi : WARWICK, K. et al., Hay futuro: visiones para un mundo mejor, OpenMind, BBVA, Madrid.

 

German ARCE ROSS. Paris, 2014.

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